6/10/14

Amanecer

Corriendo, tropezando, exhalando.
El viento golpea fuerte mis pómulos, y a pesar del calor de mi cuerpo, forma una esfera de hielo alrededor de la piel de mi cara.
Punzadas en la planta de los pies y un círculo luminoso en lo más alto de mi vista.
Crack, crack. Las ramas y las hojas se quejan cuando las piso.
Bum, bum. Mi corazón crea un ritmo envolvente en mi pecho.
Corro tan rápido que ya no pienso en donde voy,
No veo donde piso,
No recuerdo por qué corría.
Alcanzo un claro y me detengo.
Me zumban los oídos, las gotas de transpiración corren por mi espalda.
Inspiro aquel húmedo aroma, expiro.
Extiendo los brazos al cielo, los estiro tanto que mis músculos se quejan.
Una ola de alivio hace temblar todo mi cuerpo y lo deja yéndose por la punta de mis dedos.
Y en mi pecho, mi corazón ronronea mientras se acomoda en aquel huequito de tranquilidad cálida.
Los colores, las luces, la oscuridad se entremezclan y todo da vueltas.
Tras unos segundos me doy cuenta que soy yo la que gira.
Giro, giro, giro y me mareo, pero no me importa, porque me siento llena.
Paro y el viento perpetua mis movimientos, haciendo danzar a mi ropa y a mi pelo.
Trato de entender dónde estoy, no reconozco el lugar.
No siento miedo al no saben donde me encuentro.
Ya no importa.
No estaba yendo a ningún lado.
Sonrío y me duelen los músculos de la cara.
Dejé de correr porque encontré un lugar dentro mío.
Y me gusta.

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