15/5/16

Penélope

El día que naciste el mundo se llenó con tu luz. Tus ojos iluminaban el cielo, tu sonrisa hacia crecer a las flores. Pequeña y encantadora, correteabas y eras libre, el viento te acompañaba cuando girabas.
Tus perspicacia y valentía alimentaba el alma de aquellos que te escuchaban y tu corazón cada día era más grande.
Así tan curioso era tu espíritu que decidiste experimentar cosas nuevas.
Sensaciones y emociones llenaron tu cerebro.
Amaste, lloraste, aprendiste.
Creciste.
Un día estuviste triste y tu entorno comenzó a perder el color. Luchaste por mantener las pesadas pinceladas, pero era desalentador descubrir que cada vez se vaciaba más ese cuadro que creaste cuando eras niña.
Entonces te hiciste amiga del filo y su susurro aterrador. Dejaste de lado a tus otros amigos, a tu familia, a tu verdadero ser.
Te encerraste en aquellas burbuja de hierro oxidado.
No te gustaba estar atrapada; golpeaste, pataleaste, trataste de escapar, pero sin victoria alguna.
Tu corazón se deshacía un poco cada día.
Tu alma pura no pudo soportarlo, no podía verte envejecer así, moría por recuperarte.
Un día te miraste en el espejo, empañado por toda esa sangre y ese dolor, y decidiste que era tiempo de darle un fin a todo.
Y es así como en un efímero momento tus pulmones se llenaron y tus ojos irradiaron belleza por última vez.
Te fuiste, dejaste este mundo, destruida y hermosa como siempre y como nunca.
Cuando miro a la noche estrellada, buscando respuestas, puedo encontrar tu mirada en esa constelación.
Porque tu ser ahora es polvo en el universo, y vos, mi adorada Penélope, sos infinita.

No hay comentarios.: