11/12/08

El final.

Se había ido.
Le seguí, adentrándome en el corazón del bosque, con las piernas temblorosas, ignorando el hecho de que era un sinsentido. El rastro de su paso había desaparecido ipso facto. No había huellas y las hojas estaban en calma otra vez, pero seguí caminando sin pensar nada. No podía hacer otra cosa. Debía mantenerme en movimiento, porque si dejaba de buscarlo, todo habría acabado.
El amor, la vida, su sentido...todo se habría terminado.